Administración Científica para Taylor
Según Taylor, fundador de la administración
científica, la organización y la administración deben necesariamente estudiarse
y tratarse de forma científica y por consiguiente debe estar debidamente
planificada, evitando en todo momento caer en el empirismo y la improvisación
puesto que estas últimas se opondrían de forma radical al carácter meramente
científico que propone.
Sus primeros estudios acerca del
tema se orientaban principalmente hacia el trabajo del obrero –por su primer
contacto con los problemas sociales y empresariales derivados de la Revolución
Industrial–, su premisa era partir siempre del nivel más bajo del proceso de
producción, de esta forma se podía mejorar la productividad del obrero mediante
la aplicación de técnicas de racionalización y perfeccionamiento del trabajo.
Para cumplir con su primer
objetivo propuso la aplicación de métodos científicos estandarizados que logren
un mayor control de las operaciones de producción. Los empleados debían gozar de buenos
salarios, puestos de trabajo que reúnan condiciones adecuadas, capacitación y
procurar establecer un ambiente positivo entre los trabajadores y la
administración; todas estas premisas debían, según Taylor, derivar en un mejor
desempeño del obrero que eleve los estándares de producción.
Posteriormente, y con la
experiencia anterior tuvo un enfoque más general y amplio con respecto a la
empresa, señaló que la racionalización del trabajo operativo debería estar
debidamente sustentada y apoyada por una estructura general de la empresa que
permita establecer una coherencia en la aplicación de sus principios.
A pesar de que Taylor tenía
ahora ese enfoque general no descuidó su primera preocupación que era la de
darle la debida importancia a la labor del obrero.
Con respecto al tema del ocio en
el trabajo por parte del obrero, Taylor propuso aplicar la administración
científica (la cual debiera ser 75% analítica y 25% usando el sentido común) de
manera gradual, al mismo tiempo se debería intensificar el ritmo de trabajo con
el fin de buscar la eficiencia; todo esto requería de un plazo promedio de
cuatro a cinco años.
Taylor al proponer una
metodología sistemática en el análisis y solución de los problemas visto de
abajo hacia arriba y al hacer un análisis completo del trabajo, se constituyó
en uno de los principales referentes en lo que se refiere al campo de la
organización y la planeación.
Para Taylor la administración
científica supone una combinación globalizada que proponga en primer término a
la ciencia en desmedro del empirismo, la armonía en contraposición con la
discordia, la cooperación al individualismo, el rendimiento óptimo en vez de
una producción mediocre y el desarrollo de cada individuo por alcanzar niveles
de eficiencia acordes con los intereses de la empresa.
Los principales elementos que se
deben aplicar a la administración científica deben de partir en primer lugar
del estudio de tiempos y estándares de producción, supervisión funcional,
estandarización de herramientas e instrumentos, planeación de tareas y cargos,
principio de excepción, utilización instrumentos economizadores de tiempo,
fichas instructivas, incentivos a la ejecución eficiente de tareas y diseño de
una rutina de trabajo. Teniendo como
base estos elementos se puede buscar el máximo nivel de prosperidad tanto al
empleado como al patrón y uniformizar los intereses entre ambos, esto último se
constituye como uno de los principales fines de la administración.
Al contrario de lo que piensan
muchos, Taylor señala que los intereses de los trabajadores como de los dueños
de la empresa no tienen que ser necesariamente antagónicos ni diametralmente
opuestos sino más bien lo más comunes posibles de esta forma se logra tener el
equilibrio necesario para que una empresa pueda ofrecer al trabajador salarios
más altos y el empleador pueda manejar menores costos de producción, lo que a
la larga termina beneficiando tanto al empresario, al obrero, como a los
consumidores finales, por la reducción de dichos costos que casi siempre son
cargados hacia ellos.
Para Taylor los principios de la
administración científica deben centrarse principalmente en la planeación,
preparación, control y ejecución.
En la planeación su busca
sustituir la improvisación por la ciencia, mediante la preparación se hace la
selección científica de los trabajadores tomando como base sus aptitudes.
Con el control se trata de que
se haga un seguimiento y se cerciore e lo que se está ejecutando; y por último
con la ejecución se busca distribuir de manera diferencial las responsabilidades
para un trabajo debidamente disciplinado.
Adicionalmente propone otros
principios como el estudio del trabajo de los obreros, descomponiéndolo y
cronometrándolo para reducir y si fuera posible eliminar movimientos
inútiles. El estudio del trabajo antes
de establecer como se realizará, con esto se logra una mayor eficiencia y
productividad al momento de la ejecución del trabajo. La selección científica de cada trabajador
para que de acuerdo con sus aptitudes le sean asignada tareas afines.
De igual manera otros principios
de la administración científica proponen: entrenar adecuadamente a los obreros;
darles atribuciones precisas, especializarlos y entrenarlos en la preparación y
control del trabajo; planear la producción estableciendo premios e incentivos
cuando se alcancen o superen los estándares previstos; estandarizar
instrumentos, materiales, maquinaria, es decir todo lo que interviene en el
proceso productivo; dividir proporcionalmente la ventajas que se logre con la
racionalización; controlar la ejecución del trabajo y mantenerlo en niveles
óptimos, clasificar de manera práctica y sencilla equipos, procesos y materiales que se usarán o que se producirán para facilitar
su uso y manejo.
En síntesis, Taylor
se constituyó en el primero en postular una teoría de la administración basada
en la ciencia, dejando de lado los antiguos parámetros administrativos. Su planteamiento es aún válido puesto que
temas como la importancia que tiene el obrero dentro de la empresa, la
racionalización del trabajo de los mismos y la eliminación de horas
desperdiciadas en el ocio, la propuesta de crear incentivos por cubrir la
producción prevista son temas perfectamente aplicables a nuestra realidad. Puesto que hoy en día el interés fundamental
del trabajador es el aspecto económico el otorgar incentivos aumenta la
motivación y por consiguiente las ganas por trabajar trayendo como consecuencia
directa una mayor producción y una importante mejora en la calidad del producto
terminado.
Finalmente, Taylor recibe
algunas críticas con respecto a su novedoso enfoque científico de la
administración, una de ellas sería que con la superespecialización el hombre se
mecaniza y pierde algo de criterio, el hombre es tomado de manera muy material,
es decir como un componente más de la maquinaria industrial y por último se le
critica el enfoque incompleto que tiene en lo que se refiere a la organización
formal.
Bibliografía:
CHIAVENATO, Idalberto. Introducción a la Teoría General de la
Administración, Quinta Edición. Editorial Mc Graw Hill Interamericana S.A.
TAYLOR, Frederick W. Principios de la Administración Científica,
Trigésima Impresión. Editorial Herrero
Hermanos Sucs. S.A.
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